Por el poeta José María Lopera
Tengo que hacerlo así:
soy un fantasma
amarrado a grilletes de la ira.
Voy, sin forma ni esencia,
por la oscura mansión de mi alma ausente,
tirando sillas, derribando mesas,
forzando puertas y rompiendo vidrios.
Nadie me quiere ver y todos creen
que moro entre las sombras,
aguardando el momento de marchitar sonrisas,
de asfixiar, en abismos,
la luz de la esperanza.
Pero qué puedo hacer si soy espectro
y nací para ser sombra sin alma,
venganza complaciente,
crueldad acendrada, odio sin sentido.
¿Alguien cree que me ha visto?
¡Qué va! ¡Ni lo penséis!
Yo no soy nada, ¡nada!:
¡Ni siquiera el más leve pestañeo
del trasluz de un momento,
ni el ruido espeluznante de un chirriar de cadenas,
ni el bofetón sonoro no visible;
ni el grito terrorífico
sangrando en los salones de un castillo de espanto,
ahogado por la bruma!
Yo soy tú, y aquél, y esa...!
¡Y la humanidad desde cada uno de vosotros!
¿No me reconocéis? ¡ Qué ciegos sois!
¡Yo soy vuestro propio fantasma!
Soy el propio temor del alma débil
que se confunde en sombras.!
No hay comentarios:
Publicar un comentario