Poema de T.S. Eliot: El cultivo de los árboles de Navidad
(Fragmento)
De las muchas actitudes ante la Navidad,
hay algunas que debemos rechazar:
la social, la torpe, la comercial,
la desordenada (la de los bares abiertos hasta medianoche)
y la infantil, que no es la del niño
para el que la vela es una estrella
y el ángel dorado que despliega sus alas
en la cima del árbol, no decoración, sino ángel.
El niño ante el árbol se asombra.
Dejémosle que siga en su espíritu
con la Fiesta que es tal y no pretexto.
De ahí que el rapto brillante, la maravilla
del primer árbol de Navidad que se recuerda,
de ahí que las sorpresas, las delicias
de las nuevas posesiones (cada una
con su peculiar olor y emocionante),
la espera del ganso o del pavo
y el alborozo de su llegada.
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