sábado, 3 de agosto de 2013

EL POETA

El poeta.
Por César Alfonso Viñas.

El sonido primigenio se hizo fuego,
tierra, agua, aire, átomo, célula,
carne líquida en el Universo deshabitado.
Las almas oscilan en la espina dorsal
y guardan el metal de las campanas
las vibraciones del cosmos.
Las estrellas se acercaron
como antorchas a los corazones lejanos
y grandes cataratas hablaron sobre lagos sosegados y dormidos.
Si el alma del poeta no vibra
los poemas caerán estancados
cada noche sin estrellas.
Cada noche es un verso
cada metáfora será parida
como un bosque por la tierra de mayo.
Cada aurora será un presagio
cada crepúsculo una esperanza.
Nada fue sin el poeta,
nada salvo la rosa de los filósofos
o los pétalos deshojados
o los cuentos de las constelaciones
o los mitos del inconsciente de Jung
o los seres primordiales de Lovecraft.
Nada fue salvo el poeta
o el héroe cantado por Homero.
Nada fue salvo Heráclito y Parménides
y quizás Pitágoras.
Nada salvo Huidobro y Neruda
o las estrellas en el infinito
o las curvas de Einstein.
Las palabras ya no sirven al poeta
necesita otros lenguajes
que no estén atorados, nuevos presagios, nuevas estrellas,
nuevos mitos, un sexto sentido.
El poeta necesita nuevos mundos
en los que poder fingir,
cada poeta es un pequeño dios
o un barco a la deriva
con una sirena danzando.
Volverá el poeta a las trincheras
o al exilio en lejanas tierras hermanas.
Las antorchas huelen a semillas doradas.
El poeta se olvidó de los números,
las matrices y las ecuaciones.
Se olvidó de arar la tierra.
Sin la palabra cotidiana el poeta puede fluir con los ritmos de la vida
o descalzarse ante el cosmos.

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